Béla Lugosi, protagonista de Drácula (Tod Browning, 1927)

Está claro que muchos actores son tremendamente prolíficos y aunque el cine actual parece abusar de una narrativa rápida, hace décadas los diálogos cinematográficos tenían más de teatral y era más habitual la declamación. Y de la misma manera había también grandes actores que se convirtieron no sólo en maestros, sino también en iconos de la cultura popular, ahora recordados pese a cómo vivieron en su momento.

¿Quién no recuerda al mítico actor de origen rumano, Béla Lugosi, nacido un 20 de octubre de 1882? Aunque nació en la ciudad rumana de Lugoj (pronunciado «Lugos», de donde tomó su nombre artístico, Lugosi), Béla descendía de una etnia europea conocida como magiar, que se asocia al pueblo austro-húngaro. Desde bien joven se dedicó a la formación teatral, lo que le valió la entrada en el Teatro Nacional de Budapest, justamente interpretando obras de Shakespeare.

Pero Béla Lugosi parecía destinado a interpretar un único personaje, por el que no sólo es reconocido, sino que además pasó a la historia como el primer y más auténtico Conde Drácula. Y comentamos que estaba destinado porque, por curioso que parezca, Lugoj la ciudad que lo vio crecer, se encuentra a unos kilómetros de Transilvania. Su sueño de actuar en películas lo llevó primero a Broadway pese a sus problemas con el inglés, que nunca terminó de dominar.

Siempre se arrepintió de una cosa durante su carrera: rechazar el papel de criatura en Frankenstein de 1931. El rol recayó en el británico Boris Karloff, que inmortalizó al personaje en la adaptación de la obra de Mary Shelley. Por cierto, un dato curioso es que por culpa del rostro de Karloff caracterizado como la criatura de Frankenstein y el nombre del doctor (el título de la película) en grande sobre él en el cartel de la película, hubo una asociación de palabra con personaje, una contaminación cultural, y por eso hoy todavía se sigue confundiendo a la criatura con el científico.

Pero la vida de Lugosi en cambio fue bastante trágica a pesar del éxito y fama que cosechó interpretando al personaje de Drácula en la cinta dirigida por Tod Browning (que por cierto no iban a contratar a Lugosi, sino al también mítico actor Lon Chaney, pero falleció semanas antes de que comenzara el rodaje). Su declive como actor le provocó depresión y empeoró su adicción a la morfina. Aceptaba papeles pequeños en películas de bajo presupuesto lo que le llevó a conocer a Ed Wood.

Ed Wood, que injustamente se le ha calificado como el «peor director de la historia» (sinceramente creemos que hay otros mucho peores, pero la diferencia es que los otros tenían dinero), fan acérrimo de Béla Lugosi, intentó darle siempre papeles en algunas de sus obras más estrambóticas hasta que poco a poco se forjó una amistad entre ambos. El último papel de Lugosi fue en la película de Wood «Plan 9 del espacio exterior», una mezcla entre alienígenas y zombis de bajo presupuesto.

Lugosi falleció antes de terminar la película, por lo que algunas escenas las hizo un doble (aunque un poco chapuza, no se parecía en nada). Pidió ser incinerado con su traje y capa de Drácula, orgulloso de haber inmortalizado al personaje.

Como recomendación, la película de Tim Burton de 1994, titulada «Ed Wood», que narra parte de los últimos años de Béla en amistad con el director de cine, merece mucho la pena, desde luego.