Marlon Brando como el coronel Kurtz en el film Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979)

Por lo general, leer se convierte en un viaje: los libros y sus historias nos transportan a lugares inimaginables, tanto es así que a menudo pensamos en los escritores como en guías de otros mundos, aunque muchos de los creadores no hayan ido más allá de la panadería de la esquina. Sin embargo, otros muchos escritores son o han sido audaces viajeros, incansables y experimentados aventureros que usan esas vivencias para sus obras.

Conrad fue uno de los grandes escritores de finales del XIX y principios del XX, autor de clásicos y parte de la literatura universal. Nació un 3 de diciembre de 1857 y terminó convirtiéndose en uno de los más importantes escritores en lengua inglesa que no era inglés de nacimiento, pues Józef Teodor Konrad Korzeniowski nació en el antiguo imperio ruso, un territorio que hoy se encuentra entre Polonia y Ucrania.

De hecho sus raíces lo marcaron bien pronto, puesto que sus padres apoyaban fervientemente la independencia polaca. Con la represión zarista, su padre terminó en un campo de trabajos forzados en Siberia y al poco falleció. Quedó el joven Conrad huérfano en su adolescencia, lo que lo empujó a hacerse a la mar en diferentes oficios mal pagados, uno de ellos con Delestang et Fils, una pequeña naviera familiar de Marsella.

Jósef T. Konrad (fotografía de Alvin Langdon Coburn, 1916)

Así, en 1874 sus cartas lo sitúan en la zona de Irún, entre España y Francia en una época un tanto complicada. En 1872 había estallado en nuestro país la Tercera Guerra Carlista entre los partidarios liberales (con el General Prim, Amadeo I, la primera República…) y los seguidores de Carlos de Borbón, que se concedió a sí mismo el título de Duque de Madrid y fue conocido como Carlos VII en su aspiración al trono.

Entre tanto caos, ¿qué pintaba Joseph Conrad? Pues como todavía no ganaba mucho dinero y tenía poca experiencia, aceptó entrar en un negocio un tanto turbio: colar armas de contrabando en España para ayudar a los carlistas en su lucha, que alcanzó su parte más violenta en toda la zona cantábrica. También dicen, y esto trae cola porque son rumores mezclados con lo literario, que Conrad se enamoró de una vasca que además era amante de Carlos VII.

Estas habladurías sobre Conrad se deben en parte a que fue muy reservado y que en algunas obras colaba escenas autobiográficas exagerándolas a su antojo: así se cuenta este suceso en tierras españolas en relatos como «El Tremolino», con traiciones amorosas y duelos de por medio. Tras esto, Conrad decidió pasar a la marina británica, donde aprendió el inglés con más de veinte años y terminó ascendiendo a capitán. Viajó por todo el mundo hasta que se retiró para escribir.

Usó sus viajes como inspiración, así es como surgió «El corazón de las tinieblas», publicado en 1899, los años de las pérdidas coloniales (como le ocurrió a España en 1898), donde se narra justamente la búsqueda del enigmático Kurtz desaparecido en el Congo con motivo del comercio de marfil, tierra invadida por los colonialistas. Una auténtica obra cumbre de la literatura, clásico indiscutible que refleja el lado oscuro del hombre, cegado por la locura y la ambición.

En 1979 Coppola adaptó la novela de Conrad trasladándola a otra tierra donde los extranjeros luchaban por adueñarse de lo que no les pertenecía: Vietnam. «Apocalypse Now» es hoy recordada como una de las mejores películas de aquel conflicto con una interpretación magistral de Marlon Brando como Kurtz que será recordada como parte de la historia del cine.