Ilustración (detalle) de la portada de Senda Tenebrosa (David Goodies, Editorial Noguer, 1982)

Hoy en día estamos muy acostumbrados a que el plagio se persiga y se castigue, incluso a la mínima noticia de copia de obra de otros artistas, miramos con sospecha. Por suerte, la propiedad intelectual y los derechos del objeto artístico han avanzado mucho, ya no se trata del plagio en sí, sino del honor del escritor, compositor o artista. Por eso hoy recordamos al escritor pulp de novela negra David Goodis.

Goodis es considerado en la actualidad uno de los pioneros indiscutibles en la lucha de la propiedad intelectual, su caso marcó un antes y un después, pero antes de hablar de eso, ¿quién era Goodis? Para empezar era el arquetipo de escritor que se gana la vida escribiendo, literalmente. Se dice que como mínimo escribía diez mil palabras al día y aunque su gran obsesión era el género negro, escribía de todo y cualquier formato: guion de cine, radiofónico, artículos, novelitas, relato…

Su vida era un desastre y ese mismo caos lo trasladaba a sus historias: provenía de los barrios bajos de Philadelphia, donde se rodeaba de gente con no muy buenas intenciones, ladrones de poca monta y un alto índice de personas sin hogar. Desde bien adolescente, el alcohol nubló su mente, y era frecuente verlo escribir en pubs y bares de mala muerte. Sus personajes siempre pertenecen a un mundo de podredumbre del que quieren escapar, aunque no lo consigan, quizá como él mismo se sentía.

Uno de los problemas a la hora de delimitar su obra es que no se sabe con certeza cuántas obras escribió, ya que firmó cientos de novelas con pseudónimo que no quedaron registradas a su nombre. Tras su muerte, fue injustamente olvidado en su país, Estados Unidos, aunque sin embargo a partir de la década de los 80 llega a Francia, Italia y España, con editoriales hoy desaparecidas como Versal que publicaron sus obras bajo la colección Crimen&Cia al estilo Bruguera.

Pero su lucha judicial, que lo ha convertido en un mito, comenzó con la publicación de «Senda tenebrosa» en 1946. La novela, que se comenzó a publicar en una revista por entregas, se llevó al cine y se convirtió en todo un clásico del género: «La senda tenebrosa» (1947), protagonizada por el matrimonio Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Más de quince años después, los estudios de la ABC comienzan a producir una serie de televisión mítica que durará cuatro temporadas: «El fugitivo».

«El fugitivo» se mantuvo en antena entre 1963 y 1967 y cosechó un éxito de audiencia innegable. La trama era un calco de la novela de Goodis, los nombres de los personajes y sus profesiones se habían cambiado, pero poco más. Así que Goodis demandó al gigante televisivo por plagio. ABC siempre lo negó y el juicio llamó la atención: un autor poco conocido del mundo pulp enfrentándose a todo una compañía. Pero en esa ocasión ganó Goliat y el fallo dio la razón a la ABC.

Los abogados de Goodis recurrieron, mientras el proceso se iba alargando hasta que en 1967, un nuevo juez revocó la sentencia anterior y falló a favor de Goodis. Todo hubiera sido perfecto de no ser porque Goodis acababa de fallecer: lo asaltaron a la salida de un bar y le propinaron una paliza que le provocó un infarto cerebral. Nunca supo que su batalla judicial terminó con éxito y que consiguió sentar un precedente en la lucha de los derechos de autor y de propiedad intelectual.