Art Frahm (1907-1981). «Bonitos cuerpos por Chambers», póster-calendario (detalle) 1948.

Por Cristo Gil Díaz

Sui Generis Madrid - Arte - Beautiful Bodies by Chambers (1948)
Art Frahm (1907-1981). «Bonitos cuerpos por Chambers», póster-calendario 1948.

La bella muerta (moribunda, enferma o yacente) siempre ha sido objeto de fascinación, deseo y motivo de representación por parte de los artistas. Ya decía Pilar Pedraza que la muerte vuelve el cuerpo femenino más deseable, un cuerpo femenino abrazado a la muerte aumenta lo que tiene de siniestro y de sexualmente atrayente (Pedraza, 2009, p.46). De esto tuvieron que decir mucho las obras plásticas y la literatura, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII en adelante, basta nombrar como ejemplo la Ophelia de John Everett Millais (1851/52), La Joven Mártir de Paul Delaroche (1855), o numerosas obras del Realismo y Simbolismo que exploraron, como bien describe Carlos Reyero, la dimensión oscura del erotismo: la necrofilia (Reyero, 2009, p.94). A este respecto podrían encuadrarse las obras de Thomas Rowlandson, Una autopsiaY tenía corazón!»), de Enrique Simonet (1890), entre otras. De este modo se nos vienen a la memoria las obras que plasman  mujeres muertas en la mesa de autopsias en pleno periodo de desarrollo de la medicina forense. Esta fascinación por la belleza del cadáver desnudo está presente desde muy atrás en el tiempo, pese a ser un tema tabú, como en el caso de Partenio de Nicea, en cuya obra «Los sufrimientos de Amor», se narra la historia de Dimetes, que había encontrado «el cadáver de una mujer muy hermosa expulsada a la orilla por las olas y dejándose llevar por el deseo, se acostó con ella. Al ver que el cuerpo comenzaba a descomponerse, le erigió un gran túmulo y, movido por la pasión, se degolló».(Partenio, 1988, p. 58). También Aquiles quedaría fascinado por la figura de Pentesilea, al ver éste que a quien había derrotado era a una hermosa amazona. El siglo XX gozó de no pocos casos, y sobre todo será el cine quien dé rienda suelta a las múltiples variantes de este tema tabú: Nekromantik (I y II) de Jörg Buttgereit (1987 y 1991), Aftermath, de Nacho Cerdá (1994), Macabre, de Lamberto Bava (1980), Love me Deadly, de Jacque La Certe (1972), Kissed, Lynne Stopkewich (1996) y un larguísimo etcétera. Pero se hace interesante cuando esta cuestión se traslada del mundo de la ficción y recreación al de la realidad popular y de consumo. Tal es el curioso caso y a la vez bizarro de la funeraria americana  W. W. Chambers Mortuary. Al dueño de dicha funeraria se le ocurrió la idea de promocionar los servicios de embalsamamiento a través de un calendario para el año 1948 que estaba presidido por la imagen de una bella joven desnuda junto al lema «Beautiful Bodies by Chambers». Sin duda una curiosa y bizarra iniciativa promocional para la época.  Mr. William Wilkerson Chambers  había continuado el negocio que había fundado su abuelo y su padre y además, se trataba de una de las empresas funerarias más grandes y antiguas de los Estados Unidos. La publicidad era necesaria y Mr. Chambers era conocido por su manera poco convencional de llevar el negocio, tanto, que llegaba a provocar recelos entre el resto de compañías mucho más conservadoras. A este respecto, cabe recordar la famosa serie de tv A dos metros bajo tierra, que trata precisamente de unos hermanos que continúan el negocio familiar de la funeraria. Se me antoja con puntos en común, curiosamente.

La «encantadora» iniciativa de dicho calendario provocó rechazo en la población hasta el punto de tener que retirarlo. (Ramsland, 2001, p. 198) Es más, la revista Times del 12 de Enero de 1948 la catalogó de vulgar (en www.weirduniverse.net). Considero importante destacar que el rechazo no fue por hacer alusión al cuerpo de una bella muerta embalsamada, o simulacro de esto, sino que dicha bella joven se mostraba desnuda, con tan sólo una capa que caía desde sus hombros. Si bien es cierto que se muestra de pie, tocando con el dedo del pie la temperatura del agua, sus ojos cerrados aluden al sentido de la muerte, además del escenario sobre el que aparece representada, con un pie tocando las aguas, -a saber, de la laguna Estigia- y su cuerpo desnudo perfectamente pálido como el de los fallecidos. Todo esto en un paisaje en esa relación iconográfica de la noche con la muerte. Al pobre William Chambers le increparon en numerosas llamadas de teléfono para acusarlo, entre otras cosas de maniaco sexual, algo habitual de la doble moral e hipocresía de la sociedad, y que aún hoy sigue en aumento. También un claro ejemplo de cómo esa iconografía de la bella muerta trasciende y se convierte hasta en un reclamo publicitario, nada más y nada menos que para los servicios funerarios. La belleza al servicio de la muerte. ¿Hacer la muerte más atractiva? Mientras, la mente del público fue más allá y pareció ver el calendario porno de un necrófilo. ¿Qué opinas tú? Como bien indica la imagen, ya sabes: En caso de muerte, llame a Chambers.

Bibliografía

  • Gil Díaz, Cristo: La Necrofilia como perversión de lo Sagrado. Una aproximación con ejemplos en las artes plásticas y el cine. Herejía y Belleza. Revista de estudios sobre cultura alternativa, 9, 2020
  • PARTENIO. Colección hispánica de autores griegos y latinos. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1988.
  • Pedraza, Pilar: El regreso de la mujer muerta, Dossier feministas, 13, 2009.
  • Ramsland, Katherine: Cemetery Stories. Haunted Graveyards, Embalming Secrets, and the Life of a Corpse Alter Death. Harper Collins Publishers Inc., New York, 2001.
  • Reyero, Carlos: Desvestidas. El cuerpo y la forma real, editorial Alianza Forma, Madrid, 2009.
  • www.weirduniverse.net
  • www.artnet.com