Elena Garro
Por David Hidalgo Ramos
Sacudiéndose el polvo del olvido.
La historia de México está plagada de escritores fuera de lo común, y por desgracia no se suele recordar a las grandes escritoras mexicanas, cuando a menudo destacan muy por encima de sus compañeros de profesión. Amparo Dávila es uno de los grandes ejemplos de la literatura mexicana, a quien dedicamos un espacio en el Club Virtual de Lectura Sui Generis en el mes de mayo; hoy sin embargo, recordamos a otra de las grandes voces mexicanas, Elena Garro.
Esta escritora es considerada una de las figuras fundamentales del siglo XX en México, pero injustamente maltratada a lo largo del tiempo. Para haceros una idea de la mala praxis de algunos publicistas de marketing editorial, en el año 2016 (centenario de Elena Garro), se reeditaron sus obras y la fajilla (la banda de papel que se sujeta a algunos libros para su promoción) decía: «mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admiradora de Borges». Aquella mala publicidad se terminó retirando ante las protestas de millones de lectores que argumentaron con razón que Elena Garro no merecía ese trato, ella era una escritora con mayúsculas y no se definía por los escritores hombres que conoció en su vida. En cualquier caso, el mal ya estaba hecho, claro. Además, no hay que olvidar que solamente el matrimonio con Octavio Paz ya fue suficiente castigo en vida para la escritora.
Muchas veces se habla de relaciones tóxicas y dañinas, y la pareja formada por el Nobel mexicano y Elena Garro fue una de ellas: él fue un gran escritor y poeta, pero como persona dejó mucho que desear. Siempre le corroyó la envidia hacia los demás y no pudo soportar que Elena lo eclipsase en la literatura. Ella siempre dejó claro que lo único bueno de aquel matrimonio fue su hija, Helena Paz. Al final, la vida de Elena Garro fue un cúmulo de malas experiencias, en parte empeoradas a partir de 1968. Cuando los movimientos estudiantiles mexicanos se alzaron en ese año, Elena Garro siempre sostuvo que los estudiantes estaban siendo manipulados por intelectuales que los usaban para crear la tensión social. A finales de septiembre, por sus palabras, Elena y su hija fueron amenazas de muerte, con lo que eso conlleva en un país como México, y ahí comenzó un viaje de huida y escondites. Tras la terrible tragedia de la masacre de Tlatelolco en octubre de 1968, donde más de trescientos estudiantes fueron asesinados por el ejército nacional y otros grupos paramilitares durante un mitin multitudinario, Octavio Paz abandonó su puesto como embajador en la India en protesta contra el gobierno mexicano, por lo que el mismo gobierno tomó represalias contra Elena y su hija, que se encontraban en México. Entre unas cosas y otras, ambas terminaron viviendo en la clandestinidad durante años.
Las obras de Garro son increíbles, desgarradoras y maravillosas en muchos aspectos, sin olvidar que son un reflejo de la realidad de su tiempo, su historia nacional y su vida. Novelas como La casa junto al río, ambientada en la España rural de los años 70-80, son un ejemplo de atmósfera de tensión y misterio, un terror sutil alrededor de los secretos familiares, las viejas rencillas y toda una trama que recuerda a las novelas góticas. Otra novela de Garro que destaca por su impacto es Inés, una metáfora de la violencia hacia las mujeres donde su protagonista es víctima de torturas en una trama donde los poderes, sean políticos o religiosos, ejercen su influencia. Son apenas un par de ejemplos dentro de la increíble bibliografía literaria de una escritora única en su especie y, hoy más que nunca, tremendamente reivindicable.