Flannery O’Connor

¿Pueden aprender las gallinas a caminar hacia atrás? Pues tampoco creemos que sea algo que uno se pregunte muy a menudo, la verdad. Y menos hoy en día, pero a principios de la década de los años treinta, aquel tipo de preguntas se merecían un reportaje en el sur de Estados Unidos. Esta curiosa historia quiere recordar a una de las mejores cuentistas norteamericanas, toda una maestra literaria cuyos relatos hoy siguen sorprendiendo.

Pathé News, una productora de documentales e informativos que se retransmitían en cine en los años 30, mandó un equipo formado por un periodista y un cámara (con lo aparatoso que era en aquel entonces una cámara) hasta una granja familiar en Savannah, Georgia, cuna del sur estadounidense. En la granja, llamada Andalusia Farm, filmaron a una niña de seis años enseñando a andar a las gallinas hacia atrás: era Flannery O’Connor.

Aquel corto reportaje, que era un burda manipulación de imágenes reproducidas marcha atrás, recorrió todo Estados Unidos mostrando a la que se convertiría unos años más tarde en una de las mejores escritoras de relatos de todo Norteamérica. Y esa granja de su infancia fue la misma que la vio marchitarse al final de su vida, cuando volvió para recluirse a causa de una extraña enfermedad.

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Imagen de la carretera de Georgia (1940)

O’Connor sufrió un tipo de lupus muy agresivo que la dejó casi sin movilidad, y aunque recurrió a su devoción religiosa como católica practicante (viajó por España y Francia recorriendo lugares de peregrinación hasta que terminó en el manantial de Lourdes), decidió dedicarse a su literatura y la cría de sus queridos pavos reales.

Flannery O’Connor escribió algunos de los cuentos más escalofriantes, pero sin recurrir al terror ni a lo sobrenatural: sus escritos trataban sobre el ser humano y lo monstruosos que podemos llegar a ser. Al respecto recomendamos «Un hombre bueno es difícil de encontrar», donde una familia de viaje se encuentra en su camino con un asesino en serie.

Quizá una de las cosas más tristes de la vida Flannery, sin olvidar su desahucio al final de su vida estando enferma, fue lo ocurrido de forma póstuma a la autora el pasado 2020 (O’Connor falleció en 1964 sin cumplir los 40): se le acusó de racista sacando de contexto algunos de sus trabajos. Una alumna de la Universidad Loyola de Maryland, una institución católica privada, recogió firmas denunciando a la autora y exigiendo que se eliminase su nombre de un prestigioso pabellón del centro universitario. Incomprensiblemente el rector cedió, entendemos que sin ganas de montar mayor escándalo y pasar de puntillas por el problema.