Imagen (detalle) de la portada del núm. 225 de la revista Fortean Times
¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde viene el afán por conocer lo inexplicable? ¿Por qué nos empeñamos en curiosear, en buscar sentido o racionalizar cualquier aspecto por anómalo o extraño que sea? Seguramente un respetable Jiménez del Oso o Iker Jiménez en sus buenos tiempos intentarían dar respuesta a esto diciendo que es la condición humana, pero eso de dedicarse a investigar lo extraño no siempre fue innato a nosotros.
Lluvias de ranas, de sangre o de barro; la nieve negra, bolas de fuego, bolas de luz en el mar, cometas con trayectorias caprichosas, desapariciones misteriosas… Todo ello era meticulosamente recogido, clasificado, cotejado y guardado en los primeros años del siglo XX por un investigador particular, un amante de las anomalías que reivindicaba el estudio serio de todos estos fenómenos que la ciencia habitual «condenaba».
Un 3 de mayo de 1932 fallecía el más estrambótico de todos los investigadores, padre de lo que hoy se concentra en el periodismo del misterio, la criptozoología o incluso la ufología, Charles Hoy Fort. Era, antes que cualquier otra cosa, un tipo extraño, meticuloso y serio. Alternaba sus momentos indagatorios con etapas depresivas, lo que le llevó por ejemplo a quemar parte de su obra.
Escribió ciencia ficción, aunque mucha se ha perdido, pero también ensayos filosóficos donde trataba de componer una teoría del Todo que explicara todas las ramificaciones de la física, declarando que para llegar a la Verdad debemos mantenernos abiertos y no constreñir (o «condenar», como él lo denominaba) desde la ciencia algo simplemente porque no se puede explicar. Publicó su célebre catálogo de hechos extraños bajo el título «El libro de los condenados».
Fort recopiló este libro en 1919 explicando que todos esos datos excluidos por la ciencia eran los verdaderos condenados de nuestro tiempo. Entre otras muchas hipótesis, Fort acuñó el término ‘teletransporte’ (que tanto ha dado que hablar en grandes space operas como «Star Trek», por ejemplo) o teorizó sobre civilizaciones cósmicas ancestrales, algo que lo unió irremediablemente con su contemporáneo H. P. Lovecraft.
Todavía hoy, las anomalías o hechos que no se pueden explicar científicamente se conocen como «forteanos» y miles de escritores, investigadores y colectivos tienen a Fort como su digno padre, existiendo por ejemplo la prestigiosa revista Fortean Times, grupos de forteanos que se reúnen en convenciones sobre lo oculto (la «ocultura» que acuñó Javier Sierra) pero también charlatanes sin respeto a los estudios serios… Siguiendo sus enseñanzas se escribió en los sesenta el famoso ensayo «El retorno de los brujos», uno de los primeros que plantean de forma seria fenómenos parapsicológicos y esoterismo, llevado a cabo por dos antropólogos franceses.