«La señoritas de Avignon» (detalle, Picasso, 1907) es uno de los lienzos robados que incluyen la mayoría de informes sobre el asalto al Palacio de los Papas en 1976.
Por David Hidalgo Ramos
Ladrones de película
Pablo Picasso es uno de nuestros pintores más reconocidos internacionalmente y ostenta varios récords que merece la pena explorar. Sin embargo, hoy nos fijamos en la curiosa relación que existe entre su arte y la mano larga de los amigos de lo ajeno. Sus cuadros han sido objeto de sustracción en múltiples ocasiones, incluso del que en su momento fue considerado el mayor robo del siglo. Picasso, a día de hoy, figura como uno de los artistas cuya obra ha sido más veces falsificada y robada.
Ahí no se le acaban los títulos, ya que también es uno de los más prolíficos: entre pinturas, esculturas, dibujos, grabados, cuadernos de bocetos y piezas de cerámica, Picasso llegó a producir más de 60.000 obras de arte, una auténtica locura. Y claro está, también es uno de los más cotizados tanto entre marchantes de arte como en el mercado negro, lo que ha hecho que el nombre del artista malagueño esté siempre relacionado con los robos: incluso el propio Pablo Picasso llegó a ser acusado de robo en vida. El joven Picasso que rondaba París a principios del siglo XX estaba obsesionado con el arte ibérico y llegó a comprar por 50 francos en 1907 dos bustos del Louvre al ladrón Joseph Géry Pieret, que a su vez era secretario de uno de los mejores amigos de Picasso entonces, el poeta Guillaume Apollinaire. Los guardó en su armario y se inspiró en ellos para la concepción del cubismo. La cosa no quedó ahí, ya que cuando en 1911 desapareció del Louvre la Gioconda, Apollinaire y Picasso fueron detenidos como principales sospechosos (la razón de la detención es que ambos defendían el futurismo, una vanguardia que hablaba abiertamente de quemar museos). Tras un interrogatorio que duró horas, Picasso llegó a negar que conocía a su amigo, lo que rompió una amistad de años. Más tarde se descubrió que ellos no tenían nada que ver con el robo.
Pero avancemos hasta el (entonces denominado por la prensa) macrorrobo del siglo, que tuvo lugar el 2 de febrero de 1976, uno de los más grandes de la historia de Francia. Picasso, ya anciano, donó en 1971 un total de 200 pinturas al Palacio de los Papas de Avignon, el palacio gótico más grande de Europa y patrimonio mundial según la UNESCO. El palacio recibió la donación con los brazos abiertos, claro, ya que se encontraban algunas de las mejores y más increíbles obras del artista. Tras fallecer Picasso en 1973, la institución decidió organizar una gran exposición con las obras, hecho que se consumó en 1976. La noche del 1 al 2 de febrero entraron en el palacio tres encapuchados, ladrones de guante blanco, redujeron y amordazaron a los guardas y comenzaron a desmontar los cuadros de sus marcos en la sala principal: un total de 119 cuadros fueron los sustraídos, que se llevaron almacenados en una furgoneta de reparto.
Al parecer la mafia corsa estaba detrás de tan increíble robo, un grupo criminal que se había asentado en la costa sur francesa desde Córcega y que se enriquecían a base de contrabando de arte, trata de personas y tráfico de drogas. En octubre del mismo año y tras una operación policial en la que un agente se infiltró en el peligroso mundo del mercado negro, lograron detener a casi todos los responsables y recuperar las obras en perfecto estado.
Didier Caulier fue uno de los autores de este robo de película. Ya a sus 75 años en 2013 escribió un libro con sus memorias relatando cómo llevaron a cabo la criminal hazaña, igual que el macrorrobo de ese mismo año, 1976, en la Societé Generale de Niza, donde desvalijaron más de 300 cajas fuertes. Una historia digna de las mejores novelas policiacas.